Es probado que nuestro olfato está directamente conectado con la zona cerebral que controla nuestras emociones y nuestros recuerdos (por ejemplo, basta oler una tiza o un bizcocho para recordar nuestra niñez).
En ese sentido, la cura a través de los olores existe, al menos es lo que apoya una técnica basada en el uso de aceites esenciales, la aromaterapia, piedras, lamparas, música y otras cosas.
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